¿Por qué ella? Porque ella sonríe y el mundo desaparece. Porque con ella todos los problemas son menos grandes y la vida misma se da la vuelta al verla pasar. Porque con ella me siento el hombre más afortunado del mundo y adoro encontrar su mirada al otro lado de mis dudas, al otro lado de los miedos que un día me puedan asaltar.
¿Por qué ella? Porque no hay en el mundo otro lugar en el que yo querría estar que no sea tumbado en su abrazo, escuchando el latir de ese corazón suyo que parece empujar la sangre en mis venas mientras, con cada respiración, su pecho se mece al compas de un ritmo que solamente nosotros somos capaces de escuchar.
¿Por qué ella? Porque no hay estrella que brille más fuerte ni luz que más pura que la de su mirar, porque hasta la luna misma le tiene envidia cuando sale por la noche a pasear, cuando el viento gélido sopla en sus mejillas y eriza la piel más suave y bonita que un día mis dedos osaran rozar.
¿Todavía sigues preguntando que por qué ella? Porque ella es el amor de mi vida, ella es el milagro que siempre esperé y nunca ocurría, ella lo es todo y, a mis ojos, no hay sonrisa más bonita, ni abrazo más cálido, ni miradas con más amor que las que de sus ojos se desprenden. No hay en este mundo una sola mujer capaz de hacerme dudar siquiera de que ella, y solo ella, es la única a la que mis ojos quieren mirar, a la que mis labios quieren besar y a la que mi corazón esté dispuesto a entregarse sin mirar atrás.
Porque con ella arriesgaría hasta el último pedazo de corazón roto que todavía hoy encuentro cuando trato de recolocar todos estos sentimientos. Con ella me lanzaría al vacío más oscuro y lo haría sonriendo, pues sé que no hay sombra que con su luz no pueda espantar.
¿Por qué ella? ¿Te lo repito? Porque ella es la única, siempre lo será.
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