Ni siquiera sé cómo hemos llegado a este punto, pero te juro que no me arrepiento de nada. A veces me cuesta expresar con palabras todo lo que siento por ti, no me lo tengas en cuenta. Soy muy torpe cuando de expresar sentimientos se trata. A pesar de ello tengo clara una cosa: hace tiempo que dejamos atrás una simple amistad.
Ya no me imagino una vida sin ti a mi lado. Hemos pasado por tanto juntos que no sabría en quién apoyarme cuando todo mi mundo tiemble. Seguramente me derrumbaría si no estuvieras ahí en cada ocasión. Será que la vida, por una vez, tuvo a bien poner en mi camino a alguien que nunca falla, una de esas personas que siempre pensé que no existían.
Hasta que llegaste tú.
Solo espero estar a la altura de todo esto. Que tú también sientas que puedes confiar en mí, pues no hay nada que no haría por ti. Gracias por llegar a mi mundo cuando más lo necesitaba, por abrir las ventanas y ayudarme a sacar lo viejo. Todo eso que no me dejaba avanzar. Gracias por encender las luces y, sobre todo, gracias por pintar de colores todo lo que hasta ese momento era gris.
Ahora sé todo lo que me perdí. Pero no importa. Supongo que gracias a todo eso, te encontré. Fue el camino que me llevó hasta ti y, no miento, lo volvería a recorrer las veces que hiciera falta con tal de volver a encontrarte de nuevo.
Ya no somos amigos. Somos mucho más. Y no sabes cómo me alegro de poder decirlo en voz alta, sin miedos, porque sé que nunca, por muy cuesta arriba que se nos ponga la vida, me soltarás la mano que ahora me ayuda a vivirla.
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