Siempre tuve miedo de perderte, de no saber vivir sin ti. Miedo a volver a aquella vida de antes en la que tú no estabas y me faltaba toda esa felicidad que trajiste contigo. Los colores, las risas, el amor creciente que llenaba mi corazón y gritaba tu nombre en cada latido. La magia de tu mundo chocando con el mío, creando un hogar entre los escombros del pasado, dándole sentido a cada cicatriz que me hubo de llevar hasta ti.
Y ahora eres herida. Tú, que juraste no serlo nunca. Dueles como nadie había dolido antes, tan dentro que ahora todo mi mundo tiembla. Me cuesta hacer pie en el mar de ilusiones rotas que has dejado atrás. Me ahogo en tu ausencia y me odio por no ser capaz de nadar de nuevo hacia tierra firme. Allí donde el tiempo ponga todo de nuevo en su lugar y sane esta herida en la que te has convertido.
Me engaño porque no quiero estar sin ti.
Ya lo sé. Quiero nadar sin mover los brazos, dejarte atrás sin soltar tu mano. Me anclo a los recuerdos y me engaña el eco de tu risa. Pienso que volverás, que tú me salvarás de ti, que calmarás este dolor y todo habrá sido una pesadilla.
Me engaño porque no quiero estar sin ti. Y por eso me ahogo. Porque no acepto esta realidad a la que nos has condenado. Busco en ti las respuestas y solo encuentro olvido, dolor, un regusto a derrota en la que pensé había sido mi mayor victoria: encontrarte.
No me merezco todo esto, mucho menos morir por nadie. Has elegido irte y no dejaré que te lo lleves todo. No permitiré que este golpe me robe lo que había conseguido. Era feliz contigo, sí, pero también conmigo.
Y yo no me abandono, no me voy a ninguna parte. No sé cómo he llegado a depender así de alguien que no fuera yo mismo. Ahora lo veo, ahora entiendo que todo este dolor solo es miedo a vivir sin ti.
¡Qué estupidez!
Si has elegido irte, vete. No mires atrás y mucho menos intentes dar media vuelta. Ya no hay nada aquí para ti. Huye ahora que puedes, ahora que por fin he soltado el ancla y nado hacia la orilla de mi vida. Y ojo, no digo “mi nueva vida”. Sigue siendo la misma que cuando tú estabas a mi lado. No dejaré que tu ausencia nuble ni una sola de las metas que he ido cruzando.
Mi vida es mía y de nadie más.. Y, aunque ya no estés, seguiré viviendo feliz sin ti. Ahora entiendo que no eras tú quien le daba sentido a todo. Simplemente, aprendí a vivir sin arrepentirme de nada y, lo tengo muy claro, no dejaré que por faltarme tú todo se venga abajo.
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