Llámame loco, pero a mí no me gusta la gente normal. No me gusta la gente que se conforma con lo fácil, que no arriesga por miedo a perder. La gente que prefiere ver la vida desde la comodidad de su sofá antes que ponerse en pie y salir a explorar un mundo que, en realidad, es diferente para todos y cada uno de nosotros.
El mundo que tú conoces no es el mío. En mi mundo mando yo y, quiera o no, soy yo quién elige cómo vivirlo.
¿Normal? ¡Puaj! Que se queden con su normalidad y se ahoguen en ella, yo elijo vivir a mi manera.
Elijo dejarme llevar, romper los moldes de esta sociedad idiota en la que vivimos. Elijo ser diferente, ser “raro”, estar “loco”. Que me miren como quieran, que observen mi mundo pasar ante sus ojos y que tiemblen los cimientos del suyo propio.
Elijo ser “yo”, con todo lo que ello conlleva. La vida es un tren que pasa raudo y, sintiéndolo mucho, estoy demasiado ocupado disfrutando de cada minuto de mi locura.
Y es que es así, no lo puedo evitar, me gusta la gente loca, la gente que no quiere ser normal, la gente que no comparte mundo y prefiere vivirlo a su manera. Me gusta la gente que arde por dentro en llamas de inconformismo, que se atreven a soñar con un mañana diferente a lo ya vivido.
Esos sí que me gustan.
Ojalá que un día lo “normal” se vuelva “loco” y que a nadie le importe lo más mínimo. Ojalá compartir mi mundo con cualquiera que se atreva, que un día choquemos todos y no haya más remedio que aceptar que la vida es mucho más que estudiar, trabajar, dormir o estar delante de una pantalla.
Tal vez así abran los ojos y se den cuanta de que, en realidad, no hay nada malo en la locura. Al contrario, yo diría que la mayor locura que hay hoy en día es querer seguir el camino que se hayan marcado otros.
¿Aún no lo entiendes?
¡Vive! Disfruta de tu mundo y olvídate de lo que piensen otros. Ya habrá tiempo para mirar atrás y decidir si todo ha merecido o no la pena.
Es mil veces mejor arriesgar y perder, que no atreverse a hacerlo nunca.
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