Te parecerá una idiotez, una mentira de esas con las que otros intentan llamar tu atención. Pero no importa, yo sé que no miento, que es verdad y que nada lo conseguirá cambiar.
Y es que, con el paso de los años me he dado cuenta de que tiendo a ti. Sí, tal y como lo oyes. La vida me empuja, me zarandea, me alza y me suelta y yo, iluso de mí, elijo siempre a ciegas el camino que me lleva de nuevo hasta ti, hasta tu indiferencia infinita, a la que yo tiendo por mucho que pelee y me revuelva, por mucho que corra en sentido contrario y me aferre con la yema de los dedos al último atisbo de cordura que me queda, por mucho que avance y te deje a un lado, siempre, siempre, vuelvo a ti.
Estoy cansado de ser cero en tu cuenta, harto de vivir de esta manera mientras la vida se ríe, irónica, haciendo de mi camino un círculo vicioso en el que cuanto más creo estar alejándome, más cerca estoy de ti.
¿Será que tú lo sabes? ¿Será que, inconscientemente a ti te pasa lo mismo y te preguntas por qué demonios sigo apareciendo? Por qué narices el mundo se empeña en ponerme delante de ti y te obliga a mirar siempre hacia otro lado, como si no me vieras, como si no estuviera.
Espera, entonces, ¿eres tú la que tiende a mí?
No lo entiendo. Si yo tiendo y tu tiendes, si tendemos y no lo entiendes, si de mi tendencia nace la tuya y en realidad ninguno comprende por qué, si todo en este mundo nos empuja a estar juntos, no lo hemos estado nunca.
Lo voy a dejar aquí, no merece la pena seguir porque cuando algo tiende a algo, en realidad nunca llegan a tocarse, no tienen fin.
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