Tengo un suspiro que lleva tu nombre guardado para cuando me haga falta. Tengo una lágrima suicida que salta cuando te alejas y un abrazo que no es abrazo ni es nada si te marchas. Tengo un montón de historias que contarte y otro montón más de historias que escuchar de tus labios, los mismos que a veces besan, que a veces versan sobre mí.
Tengo una mirada perdida para cuando deba estar sin ti y una mirada con brillo para cuando te vea sonreír. Tengo un par de días que perder entre sábanas y otras tantas noches para no dormir. Tengo risas y las sonrisas que me provocas con solo mirar, con solo acariciar la piel que se eriza en mi brazo al sentir tus dedos rozar, o al notar tu aliento en mi pecho desnudo cuando la luna se oculta y nosotros, ajenos al mundo, hacemos de esa cama el único mundo en el que ambos querríamos vivir.
Tengo ganas de coger tu mano, de caminar sin rumbo y de perderme contigo entre calles y personas, entre gente que nos mire pasar y gente que prefiera no mirar. Pasear contigo por la vida, al ritmo de nuestros latidos acelerados, parando a descansar solo para besar sin tropezar, por una vez, pues desde que estoy contigo me he dado cuenta de que ninguno de los dos sabe caminar besando. Habrá que practicar.
Tengo algo que me has traído, una felicidad nueva en mi vida, una alegría que me acompaña y que se hace más intensa cuando te tengo cerca, cuando todo se para y me pierdo en esos ojos verdes que tanto me gustan, que tanto miran y escudriñan en busca de las dudas que no encontrarás jamás. Cómo dudar cuando al fin te he encontrado.
Tengo todo eso, más incluso, no miento, y todo lo tengo por tenerte a ti.
Leave a Reply