Arriésgate a ser feliz y que sea el tiempo quien decida si mereció la pena, si ganaste o perdiste, y si, por una vez, hiciste bien en dejar de comerte la cabeza. Mira al frente, deja el pasado donde está y disfruta de cada día.
La vida pasa volando y no hay que perder ni un segundo más del necesario en esas personas que nos fallan una vez detrás de otra. Apuesta por aquellos que siempre están ahí, que siempre lo han estado. Disfruta de la vida junto a ellos y aparta de la misma a todos aquellos que no supieron valorarte, que te fueron perdiendo poco a poco a cada nueva decepción, a cada nueva oportunidad regalada y desaprovechada mientras de sus labios solo salían promesas de cambio, juramentos de jamás volverá a pasar, que se rompían instantes después al chocar contra la realidad de que, por desgracia, esas personas no están hechas para ti. Son como son y tampoco estaría bien tratar de cambiarlos.
Hay que dejarlas marchar, dejar que sigan su camino y que no nos vuelvan a hacer tropezar mientras nosotros caminamos el nuestro propio.
Por eso te digo que te arriesgues, que dejes atrás a todos los que no hagan de tu vida algo mejor y que te rodees de los que sí, de los que son capaces de sacarte una sonrisa en el peor de tus momentos y de los que puedes estar seguro que jamás permitirán que esa sonrisa desaparezca.
Entrégate a ellos y deja de luchar por causas perdidas, por mucho que duela, por mucho que te cueste, sé egoísta, por una vez, sé feliz, por siempre.
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