Qué bonito es estar a tu lado, en silencio, y saber que no necesito nada más que eso, que tú lo eres todo y que el suave roce de tu aliento en mi cuello cuando te meces en mi abrazo es todo cuanto necesito para ser feliz.
Qué bonito es vivir esta vida a tu lado, caminar a nuestro ritmo por las calles del destino, haciendo caso omiso a todas las señales que pretenden decirnos cómo vivir, cómo poner un paso delante del otro, dónde girar, dónde parar.
Qué bonitos tus labios cuando besan mis estrellas, cuando se vuelven luna en el firmamento de mi vida y dan luz al camino que te trajo hasta mí, que nos hizo tropezar el uno con el otro en mitad de un suspiro, en mitad del beso que nos prometimos desde el mismo instante en que te conocí.
Qué bonitos tus ojos cuando retan, cuando callas y dejas que ellos hablen por ti. Qué bonita tu mirada cuando dejas que se pierda en la mía, cuando te entregas sin miedo a la felicidad que se desprende cuando nuestras bocas chocan, cuando se enredan y lanzan los chispazos que iluminan nuestro universo.
Qué bonito nuestro universo, ese que creamos un día y en el que nos perdemos cada vez que nuestras manos se juntan, cada vez que caminamos sin rumbo y dejamos que sean nuestros pies los que decidan dónde llegará el siguiente abrazo, el siguiente beso.
Qué bonito el mañana que brilla con luz propia en el horizonte de nuestras vidas, la certeza de saber que ambos encontramos en el otro a aquella persona con la que nos gustaría pasar el resto de nuestras vidas.
Qué bonito sentir todo esto que me has traído, qué bonito todo desde que estoy junto a ti.
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