Puede que la vida sea mía, pero hace tiempo que tú te has convertido en mi motivo y mis ganas de ser feliz. Pasa el tiempo y la ilusión se mantiene intacta en lo que a nosotros se refiere.
Seguimos luchando por encontrar el camino en la oscuridad, con los ojos cerrados y el miedo en los dedos cuando rozamos cualquiera de los ecos de fracaso que vuelvan a nuestro alrededor. Sin embargo, tu mano en la mía calma mis dudas y tus labios me hacen soñar con un mañana infinito perdido en tus besos.
Tus labios me hacen soñar.
Me sostienes la mirada y me retas, me empujas a vivir cada día un poco más intensamente mientras pasan las lunas y sonríen, crecientes, cuando no llenas de la luz que refleja tu mirada.
No lo sabes, o quizá sí, pero para mí el futuro se resume en dos letras: tú. La pieza que completa mi puzzle inacabado, tan complicada y única al mismo tiempo.
Tú, que sin ti, no hay yo que valga.
Tú, que sin ti, no hay yo que valga. Por eso, por duro que sea el camino y negras las sombras que acechen, mientras tu mano sostenga firme la mía, no habrá mañana para mí que no sea a tu lado.
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