Qué bonita te ves cuando luchas, cuando te revelas contra todo aquel que te dice “no puedes…” y te ríes en su cara mientras consigues todo aquello que un día te dijeron que estaba fuera de tu alcance.
Que hermoso baile el de tu cadera cuando aprietas el paso y adelantas en la carrera de la vida a todos los que se frenaron para reírse de ti. A los que se burlaron de lejos y pierden la voz al verte pasar a su lado con la cabeza alta mientras tú avanzas allí donde todos ellos fracasaron.
Que belleza la tuya cuando te levantas después de cada caída y sonríes porque sabes que no hay piedra en el camino lo suficientemente grande para romper tu paso. Te brillan en los ojos las ganas de superarte y, sobretodo, las de destrozar las barreras impuestas por otros.
Y no sabes lo sexy que estás cuando ruges, cuando sacas a la leona que llevas dentro y dejas que ella hable por ti. Cuando no te callas ante nadie y muerdes con palabras en los prejuicios de todos esos idiotas que se creen que por ser mujer no puedes con ellos.
Ilusos.
No ven más allá de tus curvas y se despeñan siempre cuando comprenden que no eres de ellos. Que nadie te posee, que como mucho te abrazan allí donde tú les dejes y no habrá nunca nadie capaz de volver a encerrarte dentro de ti. Rompiste tus fronteras cuando al fin te declaraste independiente y por eso ahora luchas. Y joder, qué bonito es verte luchar por lo que es tuyo, aunque sea una lucha injusta que no debería ni siquiera existir.
No entienden que cuantas más veces intenten tirarte al suelo, mayores serán tus ganas de levantarte de nuevo. Llega un momento en que la vida se vuelve eso: una lucha constante por defender entre todos lo que a día de hoy ya debería ser una realidad.
Que pena que no todos sean capaces de verlo. No pasa nada. Por eso luchamos. Para abrirles los ojos a todos aquellos que se sigan burlando. Llegará un día en que todos ellos se queden tan atrás en el camino, que sus risas no sean más que el eco victorioso de una batalla que al fin se vuelva pasado.
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