Hay que saber quererse a uno mismo. Hay que aprender a no imitar a los demás, a no seguir las modas. Hay que aceptar todo lo que llevas dentro y vivir con ello. Sin miedos, sin ocultarlo. Que te acepte el que te quiera tal y como eres y quien no, mejor lejos de ti que compartiendo vida contigo mientras te ata las alas.
Nos hacemos a nosotros mismos con cada nueva experiencia. Cambia nuestra forma de pensar, de ver las cosas. Nos volvemos independientes en todo y aún así, seguimos siendo nuestro peor juez. Nos cuesta aceptar lo que tenemos, lo que somos. Siempre nos comparamos con otros y perdemos irremediablemente.
Y así nos va.
Cada día que pasa nos alejamos más de nosotros mismos para ser lo que no somos. Para encajar en un grupo de personas que tal vez no sea el nuestro o para evitar que alguien te juzgue.
Qué más da.
Qué importa lo que otros piensen.
Necesitamos aprender a querernos a nosotros mismos antes de encajar en cualquier sitio. La vida ya es lo suficientemente dura como para que la empeoremos con estas tonterías.
Por eso, quiérete. Aprende a quererte a ti mismo primero y ya luego preocúpate del mundo. Disfruta de tu propia vida, de tu compañía y entiende que no hay problema alguno en ser quien eres. El mundo está lleno de hipócritas. No les creas.
Simplemente, vive tu vida en sintonía contigo mismo. Haz aquello que te guste y no dejes que sean otros los que decidan en tu presente, mucho menos en tu futuro.
Quiérete. No hay nada malo en ser tú.
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