Lo siento

Perdona cada vez que la he cagado, cada vez que lo he intentado y no supe cómo. Disculpa cada lágrima, cada rallada, cada noche de irnos a dormir enfadados. Te pido perdón por no saber hacerlo mejor, a pesar de darlo todo, a pesar de todo el esfuerzo, siempre llega ese momento en que todo se viene abajo.

Y la culpa es mía.

Por querer y no saber, por fallar y no entender. Y culpo al mundo, te culpo a ti, culpo a mi boca por decir cosas que yo no siento, que ni siquiera pienso y salen de ella sin darme cuenta siquiera.

Perdóname.

Me pesan en el alma cada uno de los días que te fallé. A pesar de las promesas, he sido capaz de derribar los muros que tanto nos costó levantar. Será que las promesas no sirven de nada, por muchas que hagas, por muchas que cumplas, si en una sola fallas, todo lo demás no importa.

Por eso te pido perdón. No suplico segundas oportunidades, no pido que olvides. Por pedir, ni siquiera sé lo que pido porque me siento culpable de haber llegado a este punto. Si no la hubiera cagado, nada tendría que pedir ahora.

Palabras.

Todo son palabras.

Disculpas, promesas, intenciones.

Y nada vale, porque nada pesa. Porque en el momento que el viento sopla, todo se lo lleva.

Así que no digo más, no escribo más, no prometo más. Que sean tus ojos los que vean el cambio, que sea tu corazón el que sane después del daño, que mi amor demuestre, por una vez, que los muros que construya sobre los escombros de lo que rompí, serán tan fuertes como lo que yo siento por ti.

 


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