Cada día que pasa estoy mejor. La herida, aunque sigue abierta, se va cerrando y ya no sangra. Duele, sí. Cada movimiento que hago me recuerda que por mucho que quiera huir de todo aquello, siempre quedará una cicatriz. Las batallas que luchamos nos marcan en la piel y el corazón, dejando tras de sí un vacío difícil de llenar por nada.
Más allá de ti, de tu adiós.
Aún así, lo intento. Me lleno de vida, de momentos. Y cada paso que doy me recuerda que ya no estás. Nadie me dijo que perderte no iba a ser lo más difícil. Ahora lucho una nueva guerra contra tu recuerdo, contra tu ausencia. Y creo que la estoy ganando. Poco a poco, vuelvo a sonreír de nuevo a pesar de los golpes de realidad que me esperan a la vuelta de cada esquina. Más allá de ti, de tu adiós. Más lejos de lo que nunca pensé que llegaría.
El día que te fuiste creí morir. No exagero. No sabía cómo avanzar sin ti. Fueron tiempos duros, un pasado que engaña pues por un lado querría volver allí, a ti, y por el otro… solo quiero escapar de todo lo que fuimos. Nuestro momento ya pasó. Nunca creí que tú pudieras llegar a doler así. Qué ingenuo fui al pensar que vivíamos un “para siempre” de esos de película. Al final la realidad siempre golpea en último lugar, poniendo las cosas en su sitio y resultó que el mío no era contigo.
“para siempre”
Por todo eso ahora lucho. Por ser feliz sin ti, por quererme un poco más a mí mismo. Poco a poco, avanzo y me alejo de ti, de tu recuerdo. Y, aunque sé que siempre habrá una cicatriz en mi corazón que me recuerde el tiempo que pasé contigo, tengo claro que no dejaré que ningún pasado condicione mi presente, mucho menos mi futuro.
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