Llévame contigo a ese lugar en el que vives, en el que te encierras cuando tienes miedo y te esconces tras una manta en las noches de tormenta. Ese refugio dentro de ti del que nadie sabe, porque nunca has confiado en ninguna persona lo suficiente como para dejarles entrar.
Te da miedo el cambio, el daño que puedan hacer en tu mundo y por eso siempre eliges la soledad. Sabes que ella nunca te podrá fallar, pero no creo que seas realmente feliz así, entre las paredes que levantaste con los sueños que siempre estuvieron ahí y que hoy te cuesta cumplir. Normal, en vez de vivirlos los usas como escudo para seguir igual, en tu castillo de papel que tiembla cada vez que se acerca una tormenta.
Ojalá seas capaz de bajar tus defensas, por una vez. Te pierdes la vida detrás de tanta coraza. Derriba tus propios muros y sal a comerte el mundo de una vez por todas. Ya habrá tiempo de sanar las heridas que te deje la vida, pero nunca hay que vivir queriendo protegerte de cosas que no sabes si van a pasar o no.
Yo prometo estar aquí, como lo he estado siempre, con la mano tendida y dispuesto a darlo todo por seguir viendo en tu rostro esa sonrisa. Prometo guardar en mi abrazo el calor de la manta para que siempre tengas un lugar en el que refugiarte. No me iré a ninguna parte. Pero quiero que tú prometas intentarlo. Vivir, digo. Quiero que intentes vivir sin limitarte. Dejar salir todo eso que llevas dentro y lanzarte a cumplir todos y cada uno de tus sueños.
Que no se quede nada atrás, solo las paredes vacías que levantaste un día y que, cuando las mires desde lejos, entiendas que nunca más volverás a encerrarte por nada. Que la vida puede ser muy dura, a veces, pero todo se supera. Se luchan las batallas y se gana, siempre, porque no hay derrota alguna capaz de decidir en tu presente, mucho menos en tu futuro.
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