-Papá, ¿de verdad existen las princesas?
El padre se da la vuelta en la puerta justo antes de apagar la luz.
-Claro que sí, tu mamá lo fue antes de ser reina.
-Pero… mamá no tiene corona.
El padre suspira y vuelve a acercarse a la cama de su hijo.
-Que no la veas no significa que no esté. Además, ¿quién dijo que para ser reina o princesa hiciera falta una corona? –pregunta al tiempo que se sienta en el borde de la cama que hacía apenas unos segundos había terminado de arropar.
-No sé… todas la tienen.
-Creo que no conoces lo que significa ser princesa. A ver, ¿por qué dices que todas la tienen? ¿Dónde las has visto?
-En la tele… -contesta sin entender a dónde quiere llegar su padre.
-Esas, hijo, son las princesas de película, no las de la vida real –explica el hombre suavemente-. Tienes que entender toda niña nace princesa y que toda mujer es reina. Tu mamá, por ejemplo, era la princesa del abuelo antes de ser mi reina. ¿Lo entiendes?
El chico asiente lentamente.
-Si mamá es reina… ¿tú eres rey? Espera, –corta antes de que el padre hable-, no, no contestes. Si mamá es reina, ¿yo soy príncipe? –pregunta con los ojos abiertos como platos.
El padre ríe antes de hablar.
-Claro que lo eres.
-¿Y algún día tendré una princesa para mí?
-No –contesta el padre frunciendo el ceño-, nunca la tendrás “para ti”. Algún día, conocerás a una, de eso estoy seguro, y entonces tendrás que ser el mejor de los príncipes, actuar como tal. Solo así podrás encontrar a tu princesa.
-¿Cómo tú con mamá?
-Como yo con mamá.
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