Yo qué sé… será que el tiempo se ha vuelto loco, que mi reloj ha decidido tomarme el pelo. Será que el mundo entero se ha puesto de acuerdo para vivir más deprisa. No lo sé. Solo sé que, cuando estoy contigo, las horas se vuelven minutos y los minutos apenas un suspiro cuando tus labios rozan, cuando tus manos recorren y erizan mi piel, buscando heridas del pasado que cerrar con un suave beso de esos labios tuyos que se han vuelto manecillas del reloj, marcando con su roce el pasar de este tiempo que, desde que estoy contigo, vuela y se me escurre entre los dedos cuando quiero retenerlo un momento más para que el día nunca acabe.
Yo qué sé… será que el mundo también se ha vuelto loco, pues se ha confundido de estrella en torno a la que girar y de tanta vuelta en torno a ti, se enreda en tu melena y me hace dudar si con los brillos que de ella se desprenden pasan mis días, o si, por el contrario, es de tu risa al viento de la que nace cada uno de mis amaneceres.
Yo qué sé… si en realidad no soy nada, una mota de polvo más de este mundo loco que gira y gira en torno a ti. Y, yo qué sé… te fuiste a fijar en mí.
Detuviste el tiempo, el mundo mismo, para salvarme, para coger fuerte mi mano y elevarme a las nubes, haciendo volar mi corazón con la ilusión misma que de cada una de tus miradas se desprende. Cómo no ilusionarme cuando en tus ojos solo encuentro amor, cuando sé que no me mienten y me lo demuestras confiando en mí, entregándome tu corazón a pesar de que el pasado te ha dado de todo menos motivos para confiar de nuevo.
Yo qué sé… será que algo hay que yo no veo. No lo sé, ni lo sabré, seguramente.
¡Yo qué sé! Aunque, la verdad, ni falta que me hace saber. Soy feliz así. Vivo un sueño desde que llegaste y, mientras tú lo sepas, mientras tengas claro qué es lo que hay de bueno en mí, me sobra.
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