Si pudiera volver atrás en el tiempo, si pudiera rebobinar la vida y empezar de nuevo, cometería siempre los mismos errores, me lanzaría siempre contra las mismas puertas cerradas y me golpearía una y mil veces con los mismos amores que me han traído a este punto.
Si volviera a nacer en esta misma vida, en este mismo cuerpo, caminaría el mismo sendero, tropezaría con las mismas piedras y no daría ni un solo rodeo que pusiera en peligro encontrarte de nuevo.
Volvería a perderme como me he perdido siempre, volvería a llorar las mismas lágrimas y a decir los mismos te quiero que un día dije, por muy dolorosos que fueran y por muchas capas de olvido que haya puesto desde entonces sobre ellos. Reviviría hasta el más cruel de mis recuerdos y lo haría sin dudarlo, sin miedo. Lo haría tantas veces como hiciera falta porque sé que todo lo que he vivido, no ha sido sino el camino que me hubo de llevar hasta ti, hasta el amor que nunca tuve, hasta el beso que al fin define lo que significa ser amado.
Si tuviera que volver a nacer, tenlo claro, te encontraría de nuevo. Te buscaría debajo de cada piedra, gritaría tu nombre al vacío de la soledad con la esperanza de que su eco llegara a oídos de tu corazón y allí resonara en cada latido, llamándote en silencio, guiando tus pasos hacia el mismo punto de tu propio camino en que, por suerte, un día se cruzó con el mío.
Y serán tus latidos los que guíen tus pasos, y serán tus pasos los que te traigan de nuevo hasta mí. Y seré yo quien te espere, apoyando el alma en la ilusión de verte de nuevo, en aquel cruce de caminos en que, un día, te encontré.
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