Me pregunto cuántas indirectas más tendré que lanzar antes de que te fijes en mí. Frases, estados, tweets. Todo lo que termino escribiendo siempre no son más que indirectas para ti. Y no solo escribo, sino que mi vida entera se ha vuelto luna que gira alrededor de ti.
Me encantan tus ojos, tu sonrisa o tu mirada
Cada sonrisa nerviosa, cada beso en la mejilla tan cerca de los labios que siento el fuego que amenaza con hacerme arder por dentro. Cada vez que pienso en ti pensando en mí. Cada vez que te quedas callada, mirándome a los ojos, como queriendo decir algo que nunca dices. Cada vez que sueñas con un amor de película, pienso y deseo, que sea por mí.
A veces, incluso, reúno el valor suficiente para decirte que me encantan tus ojos, tu sonrisa o tu mirada. Cada una de las arrugas que sonríen cuando tú te ríes, ese pelo rebelde que nunca se salva o el calor que desprendes cuando me abrazas.
Cuántas más excusas necesitas que encuentre para pasar el día contigo. Cuántos abrazo antes de que el significado sea distinto. Cambiar este, “te quiero en mi vida” por un “amo la vida porque la vivo contigo”.
Me pregunto qué nos falta para lanzarnos de una vez al vacío, que por vacío que parezca, está lleno de este amor que ambos sentimos. O eso espero y por eso no me atrevo a lanzarme yo primero. Por si la caída termina siendo en soledad y el golpe nos aleja para siempre.
Te quiero en mi vida
Y mientras tanto sueño con tardes de invierno al abrigo de una manta que no sea suficiente para espantar el frío, que tengamos que buscar en el otro el calor del fuego que arde dentro cuando ambos lo queremos.
Y quemar así el tiempo que perdimos soñando y vivir al fin un presente en que nada brille más para nosotros que la tranquilidad de saber que el futuro es nuestro.
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