Querido 2018

Te tengo tanto miedo como ganas. Me divido porque una parte de mí no quiere que 2017 se termine, aunque otra mucho más fuerte está deseando ver qué nos deparas.

Ojalá que lo que traigas sea tan grande que dentro de un año no quiera que termines y piense “fue una pasada”. Es increíble lo mucho que puede cambiar la vida en un solo año y, además, lo rápido que pasa el tiempo. Parece que fuera ayer cuando empezaba con miedo 2017 y mírame ahora, con la vida patas arriba después de un año maravilloso.

Espero que llegues cargado de esperanza. Me hace falta cumplir algunos sueños. Se llevan cocinando demasiado tiempo y tengo miedo de que se pierdan por el camino.

Me pregunto cuántas personas nuevas me esperan a la vuelta de la esquina. De esas que te dejan sin aliento cuando te das cuenta del regalo que es tenerlos en tu vida. Me da igual que sean muchos o pocos. Con una sola me basta siempre y cuando llegue para cambiarme la vida.

Soy así. Me gustan las cosas a lo grande y cuando empieces pienso vivirte más intensamente si cabe de lo que viví el 2017. Pienso enamorarme de nuevo de la vida y rehacer el corazón una vez más. Saltar sin paracaídas a cualquier nuevo destino, a cualquier nuevo amor que se cruce en mi camino y pintar de colores las nubes grises que ya atisbo desde aquí.

Porque sí, porque no habrá este año tormenta alguna que me inunde la vida más allá de lo que yo se lo permita. Lucharé contra todo elemento que quiera derrumbar lo que tanto me costó construir. Haré de la felicidad mi bandera y me rodearé solamente de aquellos que merezcan la pena.

La vida está llena de personas tóxicas y siempre es mejor dejarlas atrás. Seré lo que me dé la gana ser, que para eso esta vida es mía.

2018, haré que tiemble cada una de tus estaciones. No habrá excusas esta vez. Prepárate, llego con ganas y las pilas cargadas para que seas un año inolvidable.

 


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