Ya sé que la vida, a veces, no es fácil. Nos golpea y nos tira al suelo una y otra vez, poniendo a prueba nuestro coraje, nuestras ganas de seguir luchando. Encontramos límites que no esperamos y nos toca volver a empujarlos, una vez más, para abrir camino y seguir dando un paso tras otro hacia la felicidad.
Todos hemos estado abajo. Nadie en este mundo se libra de los golpes de una vida que juega con nosotros, sí, pero que al mismo tiempo nos ayuda a ser más fuertes. Cada derrota, cada caída, supone una nueva oportunidad de superarte para volver arriba. Nuevas cicatrices en tu escudo de guerrero que relatan las batallas que has ido venciendo.
Por eso, si ahora sientes que el pozo es demasiado hondo, que la oscuridad que te rodea no se irá nunca, recuerda que no es la primera vez que luchas y ganas. Que, al final, volverás a estar bien sin importar lo mucho que te cueste conseguirlo.
Está en nuestra naturaleza mirar siempre hacia arriba y hoy, como ayer, seguirás dándolo todo para superar los obstáculos que se cruzan en tu camino.
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