Tú decides

A veces pasamos más tiempo de nuestra vida imaginando cómo sería hacer algo que realmente haciéndolo. Somos capaces de imaginarnos cogiendo ese tren un día detrás de otro, años si hace falta, con tal de volver a ver a aquella chica que nos sonrió un día. Pero a la hora de la verdad acabamos desistiendo al darnos cuenta del esfuerzo que supone. Claro, imaginar es muy sencillo y pelear por lo que quieres no lo es tanto. Te supone esfuerzo, frustración y cansancio. Pero está en tu mano el perseguir tus sueños, está en ti el poder de decidir qué hacer mañana, qué hacer pasado o qué hacer dentro de cinco minutos.

Tú, y solo tú eres quien toma las decisiones en tu vida, tu propia vida, la que no has de vivir igual que lo haga otro. No debes dejar que la marea de la gente sin opinión propia te arrastre lejos de tu cauce. Por muy seguro y cómodo que sea nadar en aguas tranquilas, déjate llevar libre por los rápidos que te permitan vivir una vida diferente al guión que se hayan marcado los demás. Salta del tren y vuela en busca de la sonrisa de aquella chica de la que te enamoraste un día, en un vagón medio vacío y aún a sabiendas de lo tonto que a sus ojos parecerías allí sentado, mirándola embobado y sin saber qué decir.

Búscala el tiempo que haga falta, pues la vida es eso que pasa a tu alrededor mientras tú te imaginas a ti mismo sentado en un vagón de tren esperando volver a verla un día detrás de otro, es eso que pasa a tu lado mientras te dices “ya mañana empezaré”.

¡No seas idiota! ¿Qué cambia de hoy para mañana? ¡Ja! Me río, pues no por empezar mañana te irá mejor, al contrario, te irá peor pues siempre habrá alguien que haya empezado el día antes y que te llevará horas de ventaja en cualquier cosa que hagas. A esa persona le das igual tú y le da igual la gente que se amontona en aguas tranquilas. Esa persona salta por la cascada de una vida que es demasiado corta para dejarse llevar tranquilamente por el camino que sigan todos los demás.

Deja de soñar la vida que te gustaría llevar y empieza a vivirla. Está ahí, al alcance de tu propio esfuerzo. Si te caes, te levantas, miras hacia delante y sigues caminando hasta caer de nuevo. Y sonríes mientras te vuelves a levantar, consciente de que nada puede pararte si de verdad luchas por ello.

 


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